En Teuchitlán, Jalisco, han sido reconocidos más de 400 pares de zapatos e indicios de que al menos 250 personas fueron calcinadas en estos hornos.
Además de la desaparición forzada de personas, está el homicidio con tintes de exterminio como si se tratara de la Alemania Nazi de la Segunda Guerra Mundial.
A las víctimas les «enseñaban» a levantar, torturar, descuartizar y desaparecer restos, es decir, se trataba de un campo de adiestramiento forzoso. Y ponían a pelear a muerte a sus «reclutas» para terminar asesinando al perdedor y al ganador.
Los hallazgos en el rancho Izaguirre demuestran la barbarie que se vive en México de manos del crimen organizado. Y no se hubiera descubierto de no ser por los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas que en su mayoría están integrados por madres de las víctimas y familiares.
El sitio ya había sido asegurado; sin embargo, no hubo la vigilancia suficiente para descubrir tal atrocidad.
De este hecho que ha sacudido a México y al mundo surgen muchas preguntas sin respuesta sobre todo, acerca de la impartición de justicia y las acciones por parte de las dependencias para hallar a personas desaparecidas.