¿Servir o servirse? En mi anterior columna mencione como se recordaba con admiración a figuras como José Mujica, aquel presidente uruguayo que nos enseñó que la política podía ejercerse desde la humildad, el sentido común y el verdadero compromiso social. Hoy, en contraste, parece que el rumbo se ha perdido. La política ya no se concibe como vocación de servicio, sino como un atajo al poder, al dinero y al privilegio. Se fija como una meta para servirse y no para servir. Y lo que es peor: muchos ciudadanos lo están normalizando, lo menciono porque vivimos en una época donde el cinismo ha desplazado a la esperanza. Ya no se espera que un político sirva, Noooo, ya, tristemente lo que se espera es que al menos “no robe tanto”. Esta resignación, tan extendida como peligrosa, revela el grado de descomposición en que ha caído la clase política pero peor aún: La descomposición de nuestro tejido social, y que si queremos un mejor país, urge que se recupere el rumbo y se tenga una nueva generación de políticos tal vez más ciudadanos, que realmente quieran servir a sus gobernados. En esta entrega, le comparto los siguientes puntos de opinión:
1. El poder como privilegio, no como responsabilidad
Cada vez es más común ver a los políticos vivir en una burbuja de privilegios: sueldos elevados, bonos ocultos, escoltas, viajes, viáticos, asesores, guardaespaldas, autos de lujo, celulares oficiales, comidas pagadas, y un largo etcétera que los distancia —moral y económicamente— de la ciudadanía. Se han convertido en una clase aparte, desconectada del ciudadano promedio. Mientras muchos pueblos sufren por servicios básicos, inseguridad, desempleo y hoy hasta problemas de salud. Esto es perder el rumbo. Es olvidar que se tiene un liderazgo que debe ser utilizado para servir.
2. ¿Quién le rinde cuentas al pueblo?
La impunidad se ha vuelto la moneda corriente. Cuando un funcionario es exhibido por mal uso de recursos, lo más que ocurre es un escándalo mediático fugaz. Luego todo se olvida. No hay consecuencias, no hay dimisiones, no hay justicia. Y esto mina la confianza pública en las instituciones. La rendición de cuentas ha dejado de ser un principio para convertirse en una farsa. La transparencia es hoy más una estrategia de imagen que una verdadera voluntad de rendir cuentas. Se supone que la política es el arte de lo público, pero muchos políticos se han especializado en lo contrario: esconder, manipular, justificar y hasta taparse entre algunos.
3. Políticos de carrera… Siiii, de correr de un puesto a otro.
Otro de los grandes males de nuestro tiempo es la “profesionalización” de la política sin una vocación genuina. Hay quienes saltan de puesto en puesto, más que por realmente servir porque les conviene. No representan causas ni principios, representan intereses, no hay congruencia. Y lo más grave: ni siquiera lo disimulan. La política se ha convertido para muchos en una fuente de enriquecimiento. No en todos los casos, pero sí en demasiados. Y eso habla de una enfermedad estructural, no de simples casos aislados. Urge una cura, como una transfusión de sangre, con nuevos políticos.
4. El ciudadano cansado, pero también cómplice
Es cierto: muchos ciudadanos están hartos. Lo manifiestan en redes, en charlas, en la calle. Pero también es cierto que a veces caemos en la apatía, en la indiferencia o incluso en el oportunismo. A veces aceptamos favores, votos comprados, promesas huecas. Otras veces dejamos pasar, justificamos, olvidamos. Una democracia sana requiere ciudadanos activos, exigentes, informados. Y hoy, la desinformación, el fanatismo y el hartazgo están debilitando ese rol.Los políticos han perdido el rumbo, sí, pero también porque nosotros, como sociedad, hemos dejado de exigirles que sigan el rumbo correcto.
5. ¿Dónde están los buenos políticos?
No todo está perdido. Siempre hay esperanza. Y si, pues existen servidores públicos honestos, comprometidos, con verdadera vocación. Pero suelen ser pocos, invisibles, incómodos para sus propios partidos. A menudo no tienen los reflectores, ni los micrófonos, ni las estructuras, porque no forman parte del juego tradicional del poder. Son relegados y hasta vistos con desdén y prácticamente nunca tienen la oportunidad de tener una candidatura.
Por ello en mi opinión considero que es urgente darles espacio. Escuchar sus voces. Apoyarlos. Necesitamos construir un nuevo modelo de liderazgo político, uno que no se base en la imagen, el engaño, la soberbia o el clientelismo, sino en la honestidad, la empatía y la acción concreta. Tener líderes políticos que tengan verdadera vocación de servicio, valores y principios. Quizá estimados amigos que me hacen el favor de leer esta columna, piensen que no hay este tipo de políticos, o que es una especie extinta hace mucho, pero yo sé que no, y lo fundamento en tener la oportunidad de conocer mucha gente con valores y principios y con vocación de servir. No hay perfección, pero si el firme propósito de tratar de no fallar y ser su mejor versión.
Hoy hago un llamado urgente a recuperar el sentido del servicio. Lo que está en juego es el presente y futuro de nuestra sociedad. Si permitimos que el abuso se normalice, que el cinismo se imponga, y que los políticos sigan tratándose como reyes en lugar de servidores, nos estaremos condenando al atraso, a la injusticia y al desencanto permanente. Y en un futuro no muy lejano estaremos sufriendo las consecuencias de normalizar y permitir todo aquello que nos está acabando como sociedad.
El servicio público debe volver a ser eso: servicio. Y la política debe volver a entenderse como un compromiso con los demás, no como un privilegio para uno mismo. Y claro que es posible. Ahora hace falta que TODOS HAGAMOS NUESTRA PARTE.
O ¿Usted qué opina?
Post Scriptum.
Uno de los más importantes diarios de nuestro estado está cumpliendo su 70 aniversario: El Sol de Tlaxcala. Mis felicitaciones para su director “Don Max” quien ha sido un gran líder de este importante medio y para todo su equipo de trabajo que a lo largo de estos 70 años han sido un referente de la información en nuestro estado. Grandes personajes del periodismo en el estado han colaborado en sus publicaciones, como Iliana Cervantes, de quien presumo amistad y que hoy es un referente de la comunicación en el estado. Y en lo particular para su jefe de información Moisés Morales Del Razo a quien considero un amigo y un profesional del periodismo, quien ha entregado su vida a este importante medio y hace pocos días nos compartió la historia de su llegada a El Sol de Tlaxcala.