Con profunda fe y emoción, cientos de fieles católicos se congregaron en las primeras horas de este lunes para acompañar a la Virgen de Ocotlán en su tradicional “bajada”, una de las manifestaciones religiosas más importantes y arraigadas en el estado de Tlaxcala.
La imagen de la Virgen salió de su casa, la imponente Basílica de Nuestra Señora de Ocotlán, para recorrer las calles del poblado, visitando puntos emblemáticos como el Mercado “Emilio Sánchez Piedras” y la Central Camionera, entre otros. Este recorrido es parte de una costumbre profundamente espiritual que une a familias, vecinos y visitantes en un acto de veneración lleno de color y tradición.
A lo largo del camino, los hogares son adornados con alfombras de aserrín, flores naturales, altares y arcos decorativos. Se escuchan cantos, rezos y plegarias dirigidas a la Virgen, a quien se le pide por los enfermos, por los hijos, por las familias y por la paz en el mundo. La atmósfera es de respeto, gratitud y alegría.
Una devoción con raíces históricas
La Virgen de Ocotlán es una de las advocaciones marianas más veneradas en México. Su historia se remonta al siglo XVI, cuando, según la tradición, la imagen fue encontrada milagrosamente dentro del tronco de un ocote (de ahí el nombre “Ocotlán”) por el indígena Juan Diego Bernardino, poco después de que la Virgen María se le apareciera para prometer la curación de una epidemia que azotaba la región.
Desde entonces, la devoción a esta Virgen ha crecido, y en 1905 el papa Pío X le otorgó la coronación pontificia. En 1991, el papa Juan Pablo II visitó su basílica durante su gira pastoral por México, reafirmando el valor espiritual de este sitio.
Hoy en día, la “bajada” de la Virgen representa un momento central en el calendario litúrgico local y continúa siendo un símbolo de identidad y esperanza para los tlaxcaltecas.
La procesión continuará durante los próximos días, con diversas actividades religiosas y culturales, enmarcadas en un ambiente de celebración y recogimiento espiritual.







